Historia y trayectoria
En Coquimbo, lugar de aguas tranquilas, llegó al mundo un martes 23 de marzo de 1954 Roberto Hernan Meléndez Córtes, hijo mayor del matrimonio de doña María Elba Cortés y Don Ernesto Meléndez Sena. Su niñez y juventud transcurrió en el barrio comercial de la calle Aldunate, lugar donde su padre fundó la Relojería y Joyería Meléndez. Fue en la Escuela N°5, donde comienza sus estudios primarios los que continúa en el Liceo Superior Coeducacional de Coquimbo.
El extenso litoral de la cuarta región, su destacada actividad pesquera y portuaria, así como la magia de las historias de corsarios y piratas que caracterizan la zona, habrán sido las razones que motivaron a Roberto por interesarse en el estudio de las Ciencias del Mar, llevándolo a dejar su querido puerto para trasladarse al lluvioso Concepción donde ingresa el año 1973 a la Universidad de Concepción. Allí, obtiene el grado de Bachiller en Biología en 1976 y el título de Biólogo Marino el año 1981. Un año antes en Dichato, y mientras realizaba su tésis sobre ecología trófica de peces bentodemersales, conoce a su querida “Caqui” Maria Angelica Tohá Veloso, con quien se casa el año 1982. Luego llegaron los hijos Maria Constanza, Roberto Andres y Juan Pablo.
El primero de septiembre de ese mismo año, Roberto ingresó al laboratorio de Ictiología a la Sección de Hidrobiología del Museo Nacional de Historia Natural (MNHNCL). Durante los 16 años que permaneció como ictiólogo y curardor en jefe de la sección del Museo desarrolló trabajos en diversos temas destacando sus aportes en Optometría e Identificación de Restos Ictio-arqueológicos, Taxonomía de peces, Filogenia y biogeografía de peces marinos y ecología trófica. En 1995 obtiene su doctorado en Ciencias Pesqueras en la Oregon State University, de Estados Unidos bajo la tutoría del Dr. Douglas F. Markle. Su trabajo doctoral se basó en descripción de una nueva especie chilena del género Laemonema y la re-descripción de otra especie del mismo género, un aporte santificativo para la ictiología nacional.
Inicio su vida académica en 1991 cuando se incorpora como profesor adjunto de la Escuela de Ciencias del Mar de la Universidad Andres Bello. Durante los más de 20 años que realizó dicha labor -una de las actividades que mas disfrutaba y atesoraba- fue profesor responsable de varias asignaturas de las carreras de Ingeniería en Acuicultura y Biología Marina, siendo destacado por sus alumnos como un profesor cercano, siempre dispuesto y muy responsable en sus labores académicas, cualidades que lo llevaron a recibir el año 2006 el premio al Mejor Profesor en rectitud y puntualidad, estimulo entregado por los centros de alumnos de la Escuela de Ciencias del mar de la UNAB.
Roberto tuvo también una activa y destacada participación en las Sociedades científicas chilenas. Entre los años 2000 al 2002 fue Presidente de la Asociación Chilena de Ictiología. El año 2005 se incorporó al Directorio de la Sociedad de Ciencias del Mar de Chile, donde tuvo diversos cargos hasta el año 2012; entre ellos Tesorero, Vice presidente y Presidente durante el periodo 2007-2008.
En el año 2008 Roberto asume como Director de la cerrera de Biología Marina en la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Andrés Bello y en el año 2013 es nombrado Director de la Escuela de Ciencias del Mar, de la misma Universidad. Durante su gestión, dejó sin duda una huella importante en todos los alumnos, formándolos no solo como futuros profesionales de las Ciencias del Mar sino que también enseñando valores como el respeto y la humildad en todo ámbito. Ese mismo año funda el Laboratorio de Biología Marina, para que los alumnos puedan realizar trabajos de investigación. Quien pensaría que este laboratorio se transformaría en un semillero de talentos en ciencias del mar, albergando no solo estudiantes de la Universidad Andrés Bello, sino también de otras Universidades Chilenas y extranjeras, como así también estudiantes de postgrado. Como Director, la carrera toma notoriedad en las Ciencias del Mar, debido a la constante presencia de trabajos de alumnos en los Congresos del área. Allí, destacan dos discípulos que llevan su estampa académica: Daly Noll, quien realizó su tesis de Magíster en Biología Marina estudiando las implicancias filogenéticas de Sebastes capensis, y Sebastian Klarian, quien realizó la tesis de magister en el Museo Nacional de Historia Natural y luego la tesis de Doctorado.
Amigo y Maestro
Durante los años que trabajé junto a él en mi cargo de Secretaria académica de la carrera de Biología Marina aprendí a conocer sus cualidades profesionales y personales. Roberto era una persona chispeante, que vivía la vida con tanta simplicidad y alegría, austeros en los gastos pero infinitamente generoso en compartir sus conocimientos, en el cariño, la amistad y la compañía. Amante de su profesión, honesto y leal. Gran maestro y académico, se preocupaba no solo del desarrollo académico si no personal de sus alumnos lo que quedo reflejado en la gran cantidad de saludos de alumnos, egresados y titulados de distintas partes de Chile y del extranjero, que llegaron el día de su partida. Memorables son nuestras salidas a terreno a Quintay, donde nos embarcábamos con el Prof. Jorge Espinoza y Carlos Neves, y junto a Don Rene y Oscar compartíamos historias y “mentiras” que hacían más corta la jornada y le quitaban la atención a los malestares del mareo de Jorge. En su oficina, la que mantenía siempre con la puerta abierta, nunca faltaba la buena música clásica o la opera…la que también cantaba, y las tazas listas para compartir un Té.
La noticia del cáncer me la dió por teléfono –Erika-, en una de nuestras habituales llamadas matutinas y a Sebastian unas semanas despúes. Como siempre frente a los momentos difíciles, le resto importancia y gravedad, no solo como una manera de enfrentar con positivismo su diagnóstico sino también de resguardar a quienes teníamos el privilegio de ser su círculo más cercano. Durante los meses de enfermedad, Roberto nos abrió el espacio más celoso y resguardado de su vida, la intimidad de su hogar y su familia. Ahí vimos a un Roberto sereno, tranquilo, querendón de los suyos, su Caqui, sus hijos, nietas y hasta su compañero de cuatro patas Ron. No perdió las fuerzas y siguió con sus actividades académicas, incluso haciendo clases hasta un mes antes de su deceso y preparando proyectos y planes de desarrollo para la Escuela de Ciencias del Mar. Por mi parte –Erika- no nos despedimos formalmente, nuestro último contacto fue telefónico. Su voz ya estaba cansada y había perdido ese tono tan característico, pero estaba en paz acompañado de su familia. En cambio para Sebastian, su despedida fue en un ambiente común que ellos tenian: trabajando en un informe final sobre la alimentación del besugo y el bacalao de profundidad, allí no solo, hablaron ciencia sino también de muchas cosas, sabiendo que quizás sería la última conversación que tendrían; esos consejos para la vida académica de Sebastian que se le venía. Naturalmente ese día a Sebastian le costaba seguir su paso, obviamente la cabeza pensaba otra cosa, luego vino su palabra “Muchacho ya pue, si las cosas son así no ma”. Ya entrada la noche, se despidieron con un fuerte abrazo, sabiendo que ese sería el último.
Agradezco a la vida el haber encontrado en mi camino a Roberto y haber podido compartir 6 años con él, disfrutando de su compañía, sus consejos, sus malos chistes, sus historias de Coquimbo y Dichato, de las clases y los terrenos, pero por sobre todo del mejor amigo.
Recordaremos a Roberto como un gran amigo y maestro. Te extrañamos.
Erika y Sebastian.
En Coquimbo, lugar de aguas tranquilas, llegó al mundo un martes 23 de marzo de 1954 Roberto Hernan Meléndez Córtes, hijo mayor del matrimonio de doña María Elba Cortés y Don Ernesto Meléndez Sena. Su niñez y juventud transcurrió en el barrio comercial de la calle Aldunate, lugar donde su padre fundó la Relojería y Joyería Meléndez. Fue en la Escuela N°5, donde comienza sus estudios primarios los que continúa en el Liceo Superior Coeducacional de Coquimbo.
El extenso litoral de la cuarta región, su destacada actividad pesquera y portuaria, así como la magia de las historias de corsarios y piratas que caracterizan la zona, habrán sido las razones que motivaron a Roberto por interesarse en el estudio de las Ciencias del Mar, llevándolo a dejar su querido puerto para trasladarse al lluvioso Concepción donde ingresa el año 1973 a la Universidad de Concepción. Allí, obtiene el grado de Bachiller en Biología en 1976 y el título de Biólogo Marino el año 1981. Un año antes en Dichato, y mientras realizaba su tésis sobre ecología trófica de peces bentodemersales, conoce a su querida “Caqui” Maria Angelica Tohá Veloso, con quien se casa el año 1982. Luego llegaron los hijos Maria Constanza, Roberto Andres y Juan Pablo.
El primero de septiembre de ese mismo año, Roberto ingresó al laboratorio de Ictiología a la Sección de Hidrobiología del Museo Nacional de Historia Natural (MNHNCL). Durante los 16 años que permaneció como ictiólogo y curardor en jefe de la sección del Museo desarrolló trabajos en diversos temas destacando sus aportes en Optometría e Identificación de Restos Ictio-arqueológicos, Taxonomía de peces, Filogenia y biogeografía de peces marinos y ecología trófica. En 1995 obtiene su doctorado en Ciencias Pesqueras en la Oregon State University, de Estados Unidos bajo la tutoría del Dr. Douglas F. Markle. Su trabajo doctoral se basó en descripción de una nueva especie chilena del género Laemonema y la re-descripción de otra especie del mismo género, un aporte santificativo para la ictiología nacional.
Inicio su vida académica en 1991 cuando se incorpora como profesor adjunto de la Escuela de Ciencias del Mar de la Universidad Andres Bello. Durante los más de 20 años que realizó dicha labor -una de las actividades que mas disfrutaba y atesoraba- fue profesor responsable de varias asignaturas de las carreras de Ingeniería en Acuicultura y Biología Marina, siendo destacado por sus alumnos como un profesor cercano, siempre dispuesto y muy responsable en sus labores académicas, cualidades que lo llevaron a recibir el año 2006 el premio al Mejor Profesor en rectitud y puntualidad, estimulo entregado por los centros de alumnos de la Escuela de Ciencias del mar de la UNAB.
Roberto tuvo también una activa y destacada participación en las Sociedades científicas chilenas. Entre los años 2000 al 2002 fue Presidente de la Asociación Chilena de Ictiología. El año 2005 se incorporó al Directorio de la Sociedad de Ciencias del Mar de Chile, donde tuvo diversos cargos hasta el año 2012; entre ellos Tesorero, Vice presidente y Presidente durante el periodo 2007-2008.
En el año 2008 Roberto asume como Director de la cerrera de Biología Marina en la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Andrés Bello y en el año 2013 es nombrado Director de la Escuela de Ciencias del Mar, de la misma Universidad. Durante su gestión, dejó sin duda una huella importante en todos los alumnos, formándolos no solo como futuros profesionales de las Ciencias del Mar sino que también enseñando valores como el respeto y la humildad en todo ámbito. Ese mismo año funda el Laboratorio de Biología Marina, para que los alumnos puedan realizar trabajos de investigación. Quien pensaría que este laboratorio se transformaría en un semillero de talentos en ciencias del mar, albergando no solo estudiantes de la Universidad Andrés Bello, sino también de otras Universidades Chilenas y extranjeras, como así también estudiantes de postgrado. Como Director, la carrera toma notoriedad en las Ciencias del Mar, debido a la constante presencia de trabajos de alumnos en los Congresos del área. Allí, destacan dos discípulos que llevan su estampa académica: Daly Noll, quien realizó su tesis de Magíster en Biología Marina estudiando las implicancias filogenéticas de Sebastes capensis, y Sebastian Klarian, quien realizó la tesis de magister en el Museo Nacional de Historia Natural y luego la tesis de Doctorado.
Amigo y Maestro
Durante los años que trabajé junto a él en mi cargo de Secretaria académica de la carrera de Biología Marina aprendí a conocer sus cualidades profesionales y personales. Roberto era una persona chispeante, que vivía la vida con tanta simplicidad y alegría, austeros en los gastos pero infinitamente generoso en compartir sus conocimientos, en el cariño, la amistad y la compañía. Amante de su profesión, honesto y leal. Gran maestro y académico, se preocupaba no solo del desarrollo académico si no personal de sus alumnos lo que quedo reflejado en la gran cantidad de saludos de alumnos, egresados y titulados de distintas partes de Chile y del extranjero, que llegaron el día de su partida. Memorables son nuestras salidas a terreno a Quintay, donde nos embarcábamos con el Prof. Jorge Espinoza y Carlos Neves, y junto a Don Rene y Oscar compartíamos historias y “mentiras” que hacían más corta la jornada y le quitaban la atención a los malestares del mareo de Jorge. En su oficina, la que mantenía siempre con la puerta abierta, nunca faltaba la buena música clásica o la opera…la que también cantaba, y las tazas listas para compartir un Té.
La noticia del cáncer me la dió por teléfono –Erika-, en una de nuestras habituales llamadas matutinas y a Sebastian unas semanas despúes. Como siempre frente a los momentos difíciles, le resto importancia y gravedad, no solo como una manera de enfrentar con positivismo su diagnóstico sino también de resguardar a quienes teníamos el privilegio de ser su círculo más cercano. Durante los meses de enfermedad, Roberto nos abrió el espacio más celoso y resguardado de su vida, la intimidad de su hogar y su familia. Ahí vimos a un Roberto sereno, tranquilo, querendón de los suyos, su Caqui, sus hijos, nietas y hasta su compañero de cuatro patas Ron. No perdió las fuerzas y siguió con sus actividades académicas, incluso haciendo clases hasta un mes antes de su deceso y preparando proyectos y planes de desarrollo para la Escuela de Ciencias del Mar. Por mi parte –Erika- no nos despedimos formalmente, nuestro último contacto fue telefónico. Su voz ya estaba cansada y había perdido ese tono tan característico, pero estaba en paz acompañado de su familia. En cambio para Sebastian, su despedida fue en un ambiente común que ellos tenian: trabajando en un informe final sobre la alimentación del besugo y el bacalao de profundidad, allí no solo, hablaron ciencia sino también de muchas cosas, sabiendo que quizás sería la última conversación que tendrían; esos consejos para la vida académica de Sebastian que se le venía. Naturalmente ese día a Sebastian le costaba seguir su paso, obviamente la cabeza pensaba otra cosa, luego vino su palabra “Muchacho ya pue, si las cosas son así no ma”. Ya entrada la noche, se despidieron con un fuerte abrazo, sabiendo que ese sería el último.
Agradezco a la vida el haber encontrado en mi camino a Roberto y haber podido compartir 6 años con él, disfrutando de su compañía, sus consejos, sus malos chistes, sus historias de Coquimbo y Dichato, de las clases y los terrenos, pero por sobre todo del mejor amigo.
Recordaremos a Roberto como un gran amigo y maestro. Te extrañamos.
Erika y Sebastian.